¿Has visto alguna vez que cuando se habla de emprendimiento, sale a la luz el famoso concepto del "espíritu emprendedor"? Tal vez ya hayas escuchado mil veces la pregunta sobre si un emprendedor nace o se hace. El debate puede ser extenso y con muchos matices, pero antes que respondas a esta pregunta, déjame que te cuente una historia...
Prácticamente toda mi vida, había pensado que el espíritu emprendedor estaba asociado a un sólo tipo de personalidad la cual tenía ciertas cualidades innatas: Eran personas con iniciativa, innovadoras, creativas, ambiciosas, determinadas, resilientes y perseverantes; orientadas siempre a la acción y con una actitud de motivación constante, entre otros miles de atributos (y que cuando los veía "en acción" en otras personas, admiraba profundamente).
Entonces, con esta definición en mente, si me hubieses preguntado hace 5 años si yo sería emprendedora algún día, mi respuesta habría sido un rotundo y automático no, junto con la afirmación: "yo no tengo pasta para eso, no nací con el espíritu emprendedor".
Claro está, que con esta arraigada creencia limitante presente en mi vida, jamás me habría permitido ni si quiera el explorar el mundo del emprendimiento... hasta que un día, el universo me empujó a descubrirlo...
Historia de una emprendedora que “se hace”
Hace algunos años, llegué a vivir a Suiza por amor, dejando familia, amigos, un trabajo estable y una vida relativamente feliz para construir lo que llamo "mi familia de a dos".
Si alguna vez has emigrado, comprenderás rápidamente de lo que estoy hablando, y todos los desafíos que implica el salir de tu zona "conocida" para encontrarte con un mundo completamente nuevo en el cual tienes que abrirte camino, a veces prácticamente desde cero, y donde todas las "etiquetas" y los “estatus” que tenías en tu país de origen, caen como castillos de naipes, dejándote completamente vulnerable frente a una nueva realidad.
En mi caso, además de tener que aprender el idioma, tuve que estudiar una certificación federal de Especialista en Marketing que me permitiera validar mis títulos universitarios y mis 10 años de experiencia en marketing Chile. A pesar de ser la única de mi clase que no era suiza, fui la primera de mi promoción en el examen escrito. Un verdadero orgullo que confirmaba que mis estudios y trayectoria en Chile, habían dado sus frutos también en Suiza.
Fue así como, ya con título "local" en mano, que el universo me mostró sutil y amorosamente otro camino: el camino del emprendimiento.
Mientras realizaba una búsqueda laboral "tradicional", comencé en paralelo a ayudar a mujeres emprendedoras que trabajaban en el área de desarrollo personal. Sin darme cuenta, estaba uniendo por primera vez, mi profesión y toda mi experiencia profesional con el tema que me más apasionaba en la vida y con el cual conectaba automáticamente.
Inicié a maravillarme durante el proceso de creación y viendo cómo los ojos de esas mujeres se iluminaban al ver la magia del marketing operar en sus vidas; dándoles valor a sus servicios de manera auténtica, empoderándolas con una estrategia sólida; todo sin perder su verdadera esencia. Y ¿sabes cuál fue el regalo más grande que el universo me regaló en este vuelco inesperado? Que esa misma magia que veía en ellas, comenzaba maravillosamente a transformar mi vida también.
¡Eureka, era esto lo que quería para mi vida!
Con esto, no sólo se develó inesperadamente mi misión en la vida, sino que también se activó mi pasión, mi determinación, mi compromiso, mi perseverancia, mi creatividad, mi resiliencia, mi innovación, mi ambición, mi motivación para seguir construyendo mis sueños, mi energía y mi acción, junto con todas las cualidades que creía, hasta ese entonces, "innatas"de una persona con espíritu emprendedor.
Por eso quería compartirte mi historia personal antes que respondieras tu también a esta pregunta. Porque en mi caso, si ahora me volvieras a preguntar si una emprendedora nace o se hace, la respuesta que te daría sería completamente distinta a la de años atrás. Ya no respondería desde una creencia o idea preconcebida, sino que lo haría desde la certeza de mi propia experiencia, que hoy agrega al conocido término espíritu emprendedor, una nueva distinción a mi vida.
Con "nuevos lentes" para observar el camino del emprendimiento
Entonces luego de este cuento ¿quieres saber realmente cuál sería mi respuesta hoy?
Pues bien, con estos nuevos lentes que me regaló el universo, te puedo decir que:
"Una emprendedora, o bien nace, o bien se hace".
Imagino que te quedaste unos segundos con cara de what? y de "exijo una explicación", o te estarás preguntando ¿pero cómo así?
Bueno, ¿sabes por qué nombro los dos casos? porque siento que al final en este hermoso camino del emprendimiento, poco importa si una persona nace o se hace emprendedora.
Lo que verdaderamente cuenta en esta historia es que, en ambas, existe algo en común: tienen claridad en su misión, un propósito de vida y una visión de futuro que se transforma en una brújula que las guía en su camino de emprendimiento sin perder el norte.
Sólo con la certeza de que puedes "crear lo que crees" que el universo conspira a tu favor y la magia se manifiesta.
Ciertamente en el camino de una emprendedora, como el tuyo o como el mío, no siempre todo resulta facil, muy por el contrario, la mayoría de las veces nos encontramos obstáculos inesperados.
Nos frustramos porque vamos más lento de lo que imaginábamos, o tenemos que batallar con nuestras propias creencias limitantes o miedos que nos paralizan, y que incluso nos hacen pensar en "tirar la toalla" más de una vez... Pero créeme, una vez que tenemos claridad en quién somos y en lo que queremos ofrecer al mundo, siempre, siempre, siempre, encontraremos la fuerza para salir adelante y avanzar.
Sin prisa, pero sin pausa...
Así que, te deseo de corazón que encuentres la claridad en el proceso de descubrimiento de tu verdadera misión, visión y propósito en la vida para que ese espíritu emprendedor se active en ti, y te impulse a ir por tus sueños y a mover montañas, si fuese necesario, para hacerlos realidad.
Como dice Claudia, una clienta que quiero mucho: "Trust the process"
¡Buen viaje!
Con amor,
Andrea
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